Para mi la creación ha sido, desde siempre, una pulsión vital, una conexión profunda conmigo mismo y una manera de dar luz y forma a aquellas partes más íntimas, más libres, más ocultas.
Un juego que se mueve entre los símbolos, los sueños, las batallas de mi mundo interior y el contacto con los materiales, los recursos, las posibilidades de lo todo lo que me rodea.
Mi primera maestra y la más admirada de todas es la Naturaleza, allí están todas las formas, los colores, los contrastes, el caos y la armonía, lo delicado y lo salvaje, lo perdurable y lo efímero. Es un gran aprendizaje observar los árboles, las piedras, los cráneos, las formas caprichosas que los elementos naturales, el mar, el viento o el hielo, van esculpiendo y dejando a nuestra disposición en cualquier camino.
También tengo otros maestros admirados, que cito y a los que dedico un espacio, no son los únicos pero sí los más queridos, y les agradezco todo lo que me han enseñado y emocionado con su trabajo y sus obras.
Manuel Díaz Migoyo